Durante los Juegos Olímpicos de París, la policía francesa interceptó más de 50 drones que volaban sin autorización en las cercanías de las ubicaciones de los eventos. Así lo informó Gérald Darmanin, el ministro del Interior francés, en una entrevista con el periódico Ouest France. Aunque no todos los drones interceptados tenían intenciones maliciosas, Darmanin subrayó la necesidad de aplicar directrices estrictas para garantizar la seguridad de los Juegos.
La mayoría de los drones fueron detectados porque sus propietarios incumplieron las normativas, como volar en áreas prohibidas o demasiado cerca de multitudes. Es probable que algunos de estos pilotos aficionados simplemente quisieran obtener una mejor vista de los eventos, como la ceremonia inaugural. Sin embargo, se había advertido con antelación a los pilotos no acreditados de que no se otorgarían permisos durante los Juegos.
Un incidente particular involucró a un dron que fue operado ilegalmente a petición del entrenador del equipo femenino de fútbol de Canadá, mientras el equipo de Nueva Zelanda estaba entrenando. El piloto del dron fue enviado de vuelta a Canadá de inmediato, y el entrenador decidió retirarse.
Con anterioridad a los Juegos, el ejército francés llevó a cabo diversas maniobras para familiarizar a su personal con la tecnología anti-drones. Esto incluyó 15 unidades pesadas anti-drones equipadas con radares, cámaras y un dispositivo de interferencia. Estas unidades son capaces de neutralizar drones a varios kilómetros de distancia. Además, las fuerzas armadas francesas disponen de rifles especiales que pueden interrumpir las señales de radio de drones sospechosos o, si es necesario, desactivarlos mediante un láser.
La interceptación de los drones formó parte de una amplia operación de seguridad, en la que participaron 45.000 agentes locales y nacionales, apoyados por 18.000 militares, durante la ceremonia inaugural del 26 de julio. A pesar de ello, hubo serias preocupaciones previas sobre la efectividad de las medidas anti-drones. Pruebas anteriores habían demostrado que los sistemas de detección no funcionaban de manera óptima, lo que sugiere la posibilidad de que aún existieran numerosos drones no controlados en el espacio aéreo que no fueron detectados.
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