El hombre, paranoico de la NSA, al ver el dron pensó que le estaban espiando y, ni corto ni perezoso, se tomo la justicia por su mano disparando el dron y derribándolo. La multa, de 850$, ha sido para sufragar los destrozos ocasionados en el aparato mas los costes judiciales.
Según explican, a pesar de que el dron podría haber invadido su propiedad y, por tanto, el piloto del dron tampoco lo estaba haciendo bien, debería haber llamado a las autoridades para que, efectivamente, estaban atentando contra su intimidad y, por tanto, la sanción hubiera sido justamente al contrario.
Una sanción que se podría haber evitado de haber actuado con mas tranquilidad y sin ser tan impulsivo y disparar al dron sin contemplación ninguna.
El asunto de disparar a los drones parece que se ha puesto de moda en los Estados Unidos, haciéndolo como si de un juego se tratara y existen pseudo asociaciones que fomentan esta práctica.
Fuente: Dronelife
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