Corea del Sur ha anunciado recientemente que será el primer país del mundo en utilizar armas láser contra drones. Esta nueva tecnología, denominada “Star Wars”, ha sido diseñada para derribar de manera efectiva los drones norcoreanos, destruyendo sus motores y sistemas electrónicos. Los costes por disparo son bajos, lo que hace que su uso sea financieramente atractivo.
La Administración de Adquisiciones de Defensa (DAPA) de Corea del Sur comunicó esta semana que los láseres “Star Wars”, desarrollados por Hanwha Aerospace, estarán operativos en breve. El coste por disparo es de tan solo 2.000 won (aproximadamente 1,35 euros). Este bajo coste no solo hace que la tecnología sea rentable, sino que también aumenta las capacidades operativas del ejército surcoreano en respuesta a las amenazas de drones procedentes del norte.
Un portavoz de la DAPA declaró que Corea del Sur se convierte en pionero en el uso de armas láser, lo que representa una mejora sustancial para la fuerza militar del país. Las armas láser funcionan dirigiendo un haz de luz durante entre 10 y 20 segundos sobre el objetivo, lo que provoca la quema de componentes vitales del drone. Aunque muchos detalles sobre el sistema son confidenciales, las perspectivas sobre su efectividad y precisión son prometedoras para las capacidades defensivas de Corea del Sur.
El creciente interés por la tecnología anti-drones a nivel mundial refleja la creciente amenaza que suponen estos dispositivos en situaciones tanto militares como civiles. Los drones se utilizan cada vez más para labores de exploración y ataques, lo que hace urgente la necesidad de medidas efectivas para contrarrestarlos.
Diversos países, incluidos Estados Unidos, Reino Unido, Japón e Israel, están desarrollando sus propios sistemas de armas láser. Por ejemplo, Israel tiene en desarrollo el sistema de defensa aérea “Iron Beam” como respuesta a las crecientes amenazas de drones.
El progreso en esta tecnología fue subrayado por un incidente en diciembre de 2022, cuando cinco drones norcoreanos cruzaron la frontera surcoreana, lo que llevó a la movilización de aviones y helicópteros de combate. Este suceso resalta las tensiones persistentes en la península coreana, donde la situación sigue siendo frágil desde el armisticio de 1953.
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